Análisis: Llegada masiva de inmigrantes a Ceuta

Foto:  FADEL SENNA / AFP

A principios de la semana pasada miles de inmigrantes irrumpieron de forma masiva en la ciudad española de Ceuta. Sin embargo esta impresionante multitud no debería haber sorprendido al gobierno de España, acostumbrado a que Marruecos muestre su enfado abriendo la frontera hispano-marroquí a la inmigración ilegal. Y es que el país vecino no está nada contento por la reciente entrada y hospitalización en España de Brahim Gali, líder del Frente Polisario del Sahara Occidental.

El Majzen, muy celoso de su independencia en todos los asuntos concernientes al antiguo Sahara español, ha reaccionado de forma brusca y agresiva. La respuesta de España ha sido firme desde el primer momento con el despliegue de la Policía Nacional, la Guardia Civil, el Ejército y la presencia en Ceuta del Ministro del Interior y del Presidente del Gobierno.

 

¿Pero qué debería haber hecho España para evitar esto? ¿Hubiera sido lo correcto denegar la entrada de Brahim Gali en el país?

 

 

 

No podemos olvidar que el Sr. Gali entró en España a petición del gobierno de Argelia y no sería lógico favorecer a Marruecos en detrimento de Argelia, puesto que este país mantiene unas intensas relaciones con España, en particular en el campo de la energía. Sin duda este favor será devuelto a España.

Esto no quita que los vínculos con Marruecos no sean también muy importantes para España y que sea necesario solucionar el actual problema. Lo primero sería que Brahim Gali abandone el territorio español tan pronto se recupere del coronavirus. Pero antes de eso ya habría que pensar en rebajar la tensión con el vecino marroquí. La primera respuesta de firmeza que ha tenido el gobierno es la correcta pero no es suficiente. Por ello el presidente Pedro Sánchez ha acudido hoy al Consejo Europeo con la esperanza de que la Unión Europea se implique en el contencioso. Aunque si bien es cierto que las fronteras españolas con Marruecos son también fronteras de la Unión, la UE no irá más allá de las declaraciones realizadas durante la semana pasada condenando la actitud de Marruecos.

Para allanar el camino lo mejor sería que interviniese el rey Felipe VI a su vuelta de Ecuador donde representa a España en la toma de posesión del nuevo presidente Guillermo Lasso. Su actuación será la que apacigüe la situación para que se recupere el diálogo hispano-marroquí.

La amistad que une la monarquía Alauí con la de los Borbones es de sobra conocida, además de una vía diplomática esencial en las relaciones hispano-jerifianas. Una vez haya intervenido el rey se podrán retomar las discusiones entre los dos lados del Mediterráneo para alcanzar un nuevo equilibrio. No obstante lo ideal sería que el gobierno marroquí iniciase unas conversaciones serias con el Polisario, cuyo objetivo fuese el de conseguir una convivencia pacífica entre Marruecos y el Sahara Occidental.

La actitud de Marruecos es demasiado violenta y no corresponde a su tamaño e importancia en la escena internacional, sobre todo desde la salida de Donald Trump de la Casa Blanca. Trump ya no está aquí para apoyar las pretensiones marroquíes sobre el Sahara y esto es algo que debe aprovechar el Palacio de Santa Cruz, pidiéndole a la nueva administración de Joe Biden una declaración favorable a España. Bastaría con un comentario sutil de un miembro del equipo del Secretario de Estado, Anthony Blinken, para inclinar la balanza hacia la península ibérica. Claro que a cambio habría que ofrecerle algo a Estados Unidos.

Manuel Vidal Muñoz, Internacionalista, Doctor en Historia Contemporánea por la UAM. Prácticas en el MAE y Consejo de la UE. Tesis doctoral: España y la Guerra de Argelia. 

 

 

 

 

lunes mayo 24, 2021