FOTO: @Beijing2022
Este viernes Beijing, la capital de China se convierte en la primera ciudad en albergar los Juegos Olímpicos de invierno y de verano, entre polémicas por ser el país donde surgió el primer brote de coronavirus hace dos años, proyectando con orgullo su poder en el escenario más global, incluso cuando algunos gobiernos occidentales organizaron un boicot diplomático por la forma en que el país de Asia trata a millones de su propia gente.
Mientras algunos se mantienen alejados de estos segundos Juegos Olímpicos pandémicos en seis meses, muchos otros líderes mundiales planearon asistir a la ceremonia de apertura. Lo más notable: el presidente de Rusa Vladimir Putin, quien se reunió en privado con su homólogo Xi Jinping cuando se desarrollaba un peligroso enfrentamiento en la frontera de Rusia con Ucrania.
Los Juegos Olímpicos, y la ceremonia de apertura, son siempre un ejercicio de desempeño para la nación anfitriona y una oportunidad para mostrar su cultura, definir su lugar en el mundo, hacer alarde de su mejor lado. Pero en los Juegos de Beijing de este año, el abismo entre el desempeño y la realidad será particularmente discordante.
Con información de VOA